lunes, 12 de mayo de 2025

La historia de pichoncin


Era, si mal no recuerdo, el 2013, estaba trabajando en el taller cuando uno de los empleados del negocio vecino, me pasó a entregar una caja. Me dijo que había hablado con mi mamá y que ella había aceptado recibirla. La revise y dentro venía un pichón. Estaba flaco, casi no le quedaban plumas en la cara y sus plumas se veían opacas. 

Más tarde mi mamá fue a llevarme la comida y me dijo que efectivamente, había aceptado quedarse con el pichón. Lo habían encontrado en una bodega en la azotea, quizá nació ahí. No sabían que hacer con el y se lo dieron a mi mamá. 

Con el tiempo y los cuidados, gano peso, recupero las plumas y descubrimos que tenía bastante brío y carácter. Hace unos años, empezó a tener algunas plumas blancas, es decir, empezó a encanecer. 

Mi mamá partió hace dos años, en agosto del año pasado murió el macho de la pareja de periquitos australianos que tenía, la hembra había muerto tiempo atrás, ayer por la mañana murió pichoncin. 

Me llega el párrafo inicial del Aleph de Borges:

 "La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita". 

Cuando era niño, mi abuela criaba pichones en la casa, dormían debajo de un viejo ropero. Había decenas, ahí nacían y solían terminar en un guiso cuando crecían. Fue ahí que ví una extraña hembra que tenía una corona de plumas, nunca he vuelto a ver una variación como esa en otra paloma. Aquellas palomas eran casi todas de tonalidades grises. Pichoncin por su parte era rojo. Nunca le encontramos compañera, alguna vez encontramos una hembra casi en tan desgraciadas condiciones como lo encontramos a el, la llevamos a la casa pero no sobrevivió esa noche. 

Era claro desde hace años que pichoncin no iba a terminar en la olla. No porque no comiéramos pichones en esta casa, sino porque a su modo se hizo parte de la familia. Leo que la esperanza de vida de un pichón en vida libre es de unos 6 años, pichoncin, pese a su rudo comienzo, llegó bastante más lejos. Eso se lo debió a mi mamá.