Pero Tarrant no solo se trata de arropar en ese hecho, también se une a un discurso globalista de la ultra derecha, en los cargadores de su arma escribe nombres de personajes que le dan cuerpo a su narrativa. Incluye a Alexandre Bissonnette el extremista canadiense autor del tiroteo a la mezquita de Quebec en 2017. También a Josué Estébanez, un neonazi español que asesino a un militante antifascista en 2009. No es la única mención española, las armas de Tarrant también mencionan a Pelayu, Don Pelayo, este fue el primer monarca del reino de Asturias en el siglo VIII, lucho contra la expansión árabe hacia el norte e inicio la reconquista de la península.
Cargadores de las armas de Tarrant con las leyendas que el incluyo |
Incluye otros hechos del pasado remoto como la batalla de Kahlenberg, o segundo sitio de Viena, este tuvo lugar 1683, y fue una acción llevada a cabo por tropas del Imperio otomano. Reivindica a Feliks Kazimierz Potocki, un miembro de la nobleza polaca del siglo XVII que participo en la gran guerra turca, el conflicto que significo el ultimo intento de los otomanos por conquistar Europa. Esta extraña vinculación de pasajes históricos lejanos y atentados terroristas contemporáneos no es casual. Los terroristas cruzados que iniciaron con Anders Breivik en Utoya se consideran a si mismos defensores de occidente como un espacio histórico y como una unidad cultural. Viven en una paranoia permanente donde la migración árabe les aterra y creen que los refugiados son parte de alguna maquinación para una reconquista de Europa. Algo que también creen los propios yihadistas de grupos como ISIS. Estas formas de terrorismo son parte de una resistencia mental contra la modernidad y la constitución de los estados nacionales en pos de una fantasía utópica de racismo. Son parte de un revival fascista que se nutre en la red de redes, el internet.
Al igual que los casos de yihadistas solitarios, el atacante de Nueva Zelanda, Brenton Tarrant parece ser un caso de autoradicalizacion vía Internet. Su plan es similar al de Anders Breivik, y como el, no parece ser parte de una estructura compleja de organización. Su militancia de ultra derecha no se formo en reuniones secretas con lideres carismáticos, sino en un proceso solitario de lectura de propaganda dispersa. En la misma vía que se forman los antivacunas y los terraplanistas. En su narrativa asume la pertenencia a un grupo y define la exclusión del enemigo. Sus actos son desde su perspectiva una respuesta a hechos ocurridos a miles de kilómetros a personas que no conoce, pero que reivindica como cercanas para una colectividad que se ha construido. Una colectividad con la que no convive. Parte de la dinámica de los "lobos solitarios" parte del aislamiento social y la dificultad de entablar relaciones personales sanas, los únicos relevantes son los amigos de la causa. Estos "lobos solitarios" son una amenaza potencial en cualquier nación y en cualquier momento. Alimentados por fantasías utópicas de los espectros políticos y religiosos, pueden en cualquier momento ser una amenaza a la sociedad.
Si bien son un fenómeno antropológico antiguo, las nuevas herramientas de información les permiten constituirse como una amenaza mas rápidamente. Cualquier espacio social en el mundo debe vivir con la guardia en alto contra esta amenaza.
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