domingo, 4 de octubre de 2020

Tortillas fascistas.

 

Dentro de la conferencia de prensa diaria sobre COVID-19 encabezada por López Gatell el pasado viernes 2 de octubre, la directora del Conacyt, Alvarez-Buylla participo con uno de sus conocidos discursos anti-tecnológicos, paranoicos y conspiranoicos. En esta ocasión abundo sobre un tema que lleva años afirmando sin pruebas: la relación entre el consumo de maíz modificado genéticamente y el desarrollo de enfermedades. Pero dentro de este giro, también incluyo sus ideas de nacionalismo fascista. 

"La herencia neoliberal se puede resumir en lo que tiene que ver con la destrucción del sistema agroalimentario en esta transparencia, puesto que lo que encontramos, igual que en el sistema de salud, es un sistema agroalimentario sumamente precario, una precariedad alimentaria, mala salud y deterioro ambiental, y esto está muy relacionado con lo que decía el doctor Hugo López-Gatell al inicio, México dejó de ser autosuficiente y soberano en la producción de maíz, que es nuestro alimento básico y por eso es que esta conferencia y esta síntesis que les voy a dar tiene mucho que ver con el Día del Maíz, que festejamos el 29 de septiembre." (1).

Hay más que solo demagogia en el discurso demente de Elena Álvarez-Buylla, en sintonía con el fascismo histórico, pretende imponer una autarquía alimentaria desde criterios ideológicos. Su batalla por el maíz no es muy distinta de la Batalla por el trigo de Mussolini. En 1924 el gobierno fascista italiano inicia la batalla del trigo. Un ambicioso proyecto que pretendía hacer que Italia fuera autosuficiente en la producción de trigo, un cereal básico que desde hacia años representaba el 50% del déficit de la balanza de pagos. En la premisa elemental, Alvarez-Buylla y Mussolini son equivalentes: 

"Entonces, no solamente se fue perdiendo la capacidad soberana de controlar la calidad de los alimentos, sino que se empezaron a importar alimentos que están teniendo graves consecuencias en la salud y que ahora se ven manifestadas de una manera muy violenta, muy tremenda en esta pandemia de COVID-19." (2)

:
Cartel fascista llamando a la autarquía alimentaria.

Si en el tiempo del fascismo europeo el discurso era nacionalista tecno-científico, en esta reedición fascista se defiende el nacionalismo pachamamista. Y ahí esta no solo Buylla, hay muchos más, está Dussell, el defenestrado Toledo Manzur y el propio López Obrador. Este último no solo disfruta de recordar a Mussolini, comparte con este personaje el ánimo por reivindicar en el pasado histórico sus proyectos irracionales, y esto ha sido en todas las experiencias históricas, un rasgo del fascismo. 

"El fascismo italiano(...) En primer lugar, estimula una forma extrema de nacionalismo vinculado a la idea de que los italianos eran un pueblo predestinado a la grandeza, por vía de su glorioso pasado, que incluía en su haber la edificación del Imperio romano, las Repúblicas marítimas (Venecia y Génova, entre otras) y el Renacimiento" (3).

Y hay otro rasgo del pachamamismo fascista de Alvarez-Buylla que no debemos perder de vista, su reivindicación indigenista. El indigenismo es un tema muy amplio que sin duda merece todo nuestro respeto, pero eso no exime de los sesgos en que se puede caer partiendo desde ahí. Desde hace años, dentro de los radicalismos que nos rodean, vemos como los discursos de glorificación a lo indígena pueden cegar a cualquiera. Alvarez-Buylla (que de indígena solo podría presumir la ropa que se compra) vive refugiada en ese discurso para atacar el uso de biotecnología en plantas. Lo dice claramente en Palacio cuando cita a Bonfil Batalla:

" Por eso es que no podemos separar esta diversidad de maíces nativos de la riquísima diversidad también de culturas, es decir, son regiones bioculturales en donde la diversidad biológica, agrobiológica, que se regenera en las milpas a lo largo y ancho del territorio está asociada a esta diversidad cultural y por eso es que como ven en la siguiente transparencia en esta cita tan emblemática de nuestro admiradísimo Guillermo Bonfíl Batalla: ‘El maíz es una planta humana cultural en el sentido más profundo del término, porque no existe sin la intervención inteligente y oportuna de la mano, no es capaz de reproducirse por sí misma y al cultivar el maíz los seres humanos también se cultivaron’." (4).

Y la peligrosidad de esas reivindicaciones indigenistas a ciegas es que ahí caben por los menos dos grandes riesgos: el primero es reivindicar practicas inaceptables desde la falacia ad antiquitatem, el segundo es abrazar el fascismo sin ambages desde ese discurso. 

Sobre el primer riesgo es claro que las visiones simplistas y utópicas de lo indígena pierden el contexto totalmente. El universo de lo indígena abarca desde la religiosidad fanática hasta episodios de fascismo y xenofobia. Las autoridades tradicionales son gerontocracias machistas y ultracatolicas. La democracia no se considera una necesidad en grupos que prefieren los consejos de ancianos. El mundo indígena no es ni uniforme ni necesariamente justo o democrático. Pensar en absolutos de moralidad solo refleja la ceguera provocada por la incomprensión de la complejidad. La realidad actual es un espacio histórico complejo con grupos tremendamente dispares coexistiendo de manera abigarrada y donde las definiciones simples no caben.

El segundo riesgo lo vimos de manera trágica en Noruega: Anders Breivik, quien en su manifiesto señalaba su identificación con las reivindicaciones del zapatismo mexicano, por lo menos desde su interpretación personal. Y esas reivindicaciones fueron parte del amasijo ideológico que lo llevo a su cruzada contra la modernidad y el cosmopolitanismo. En ese nivel, Breivik y Alvarez-Buylla se llevarían muy bien. 

La cruzada de este gobierno contra la modernidad es no solo un salto al vacío, es también una condena. Los análisis económicos ya nos auguran por lo menos una década perdida, las valoraciones sociales me parecen mas sombrías. La irrupción de radicalismos de ultraderecha, pese a su marginalidad, le pueden dar al regímen razones para apostarle a una aceleración de sus sus propios radicalismos. Y si bien dentro del gabinete conviven visiones muy distintas, al final es la fantasía del líder lo que guía las decisiones generales. Y en ese riesgo, caben la hambruna y la pobreza campesina derivadas de su visión demente sobre el maíz. 




1.- Versión estenográfica. Conferencia de prensa. Informe diario sobre coronavirus COVID-19 en México 2/10/2020

2.- Ídem.

3.-Giusseppe De Corso. (septiembre 2015). La política económica del fascismo italiano desde 1922 hasta 1943: breves consideraciones para su comprensión. Tiempo&economía , Vol. 2 N° 2, 49-77. 

4.- Versión estenográfica. Conferencia de prensa. Informe diario sobre coronavirus COVID-19 en México 2/10/2020

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