sábado, 24 de febrero de 2018

Las drogas en la UNAM, nuestro elefante en la sala

Dos traficantes de drogas murieron el día de ayer en la Ciudad Universitaria de la UNAM. Tal como era  previsible, los conflictos del mercado de drogas en ese espacio han escalado como todos los conflictos de mercados ilegales, a balazos. El hecho mostró una vez mas que el tema de la inseguridad en los campus y el control que han logrado las bandas criminales no son una preocupación menor. También que no hay soluciones visibles al trafico de drogas o la inseguridad en la universidad.

Personal de auxilio UNAM cumpliendo con los protocolos que
le corresponden en una situación como la de ayer.


Las momias de investigaciones jurídicas y los miles de abogados y abogadas que pueden publicar toneladas de tesis inútiles al año, no han sido capaces en décadas de resolver una vía jurídica para el uso de la fuerza publica dentro de los campus de la UNAM. Y no es que no se requiera, la UNAM esta tan expuesta a la violencia como el resto del país. No tenemos claro que corresponde hacer y a quien, en caso de que tengamos un tiroteo producto de una radicalización política, un acto de esquizafenia o un asalto a mano armada dentro de los campus.

Los rectores desde que se tiene memoria han evadido el problema, y hasta hoy, dentro de la UNAM, la propuesta mas avanzada a nivel institucional fue la de el difunto priista Carpizo, quien en los años de Calderon (y como priista opositor a este), propuso un Laissez faire nacional para reducir la violencia asociada al mercado de las drogas, sin proponer nada mas a nivel de seguridad dentro de los campus que hacer campañas de prevención. Este oscuro personaje que ya vivía en su faceta de "vaca sagrada" de jurídicas, fue retomado por no pocos universitarios como referente, la mayoría porque no tenían ni idea de quien era Carpizo, y por no tomarse el tiempo de leer la mentada propuesta y aceptar que como la presento el rector (Narro) era una especie de tabla sagrada.

En esa misma época la ANUIES acordó un documento para convertir los campus universitarios de todo el país en un modelo de retención similar a prisiones bajo el aval del siniestro García Luna. Ese modelo ha sido llevado a la practica con Graue, un burócrata conservador que al estilo Trump-Erdogan fundamenta su propuesta de seguridad en barreras físicas. Llenar el campus de rejas y muros.

Pero hay que decirlo, aquí nadie es inocente, mas aun, es una falacia apelar a la inocencia. Esa parte de la comunidad que insiste en consumir drogas al interior de los campus se refugia en dos posiciones. La irrealidad de la inocencia, donde pretenden que sus hábitos sean justificados bajo la falacia de que no pueden relacionarse con el salvajismo de un mercado ilegal en el que se surten. La otra cubierta es el fervor religioso que se ha construido hacia las drogas. El "pachamamismo hippie" que oculta un profundo conservadurismo, es la coartada fácil para justificar una adicción y para glorificarla desde absurdos milenaristas.

También esta la contraparte conservadora a ese sector, los universitarios ultramontanos que acusan todo lo que huela a izquierda de todos los males del mundo.  Apenas minutos después del incidente ya pululaban las acusaciones desde la ignorancia pedestre a los trabajadores de la universidad sobre los hechos. Persiste en la comunidad universitaria el total desconocimiento de las labores en que puede participar auxilio unam. No se trata de un cuerpo policíaco y no son quienes comercian con drogas dentro de los campus.

También están las acusaciones ciertas y falsas al activismo político dentro la universidad. Casos de la historia reciente como la defensa de "el yorch" un vendedor de drogas sin relación o interés con las actividades académicas de la UNAM, son los clavos del ferretro que puede enterrar la administración estudiantil de espacios como el auditorio Che Guevara. La presencia ineludible del cartel de Tlahuac y mafias similares, solo refuerzan la tesis de que el activismo político universitario es incapaz de afrontar los temas de seguridad con algún nivel de seriedad. Los temas de adicciones en los campus, son un problema, pero no un punto de discusión en la izquierda universitaria, y no ha salido de ahí una propuesta que atienda la seguridad o los limites de la convivencia en los campus.

Este escenario no es nuevo, pero detrás del estado de interpretaciones mitológicas, "políticamente correctas" o  francamente represivas, no existe ningún avance en cualquier dirección. Las adicciones de la sociedad no la hacen mejor, pueden considerarse parte de las libertades de elección que nos proporciona una realidad democrática, pero no son panaceas de cultura o desarrollo. Para decirlo en términos llanos, son sustancias que divierten y apendejan, pero hasta ahí.

Incluso en el escenario de una legalización de las drogas blandas, la idea de que simplemente se debe permitir su consumo dentro de cualquier espacio universitario es una contradicción a la convivencia publica. Del mismo modo que no es valido el permitir que un alumno presente un examen de grado bajo una intoxicación alcohólica, no hay motivo para permitir intoxicaciones psicotropicas con otras sustancias. Es notable que mientras se avanza en restringir el consumo de tabaco en espacios públicos se ignore el aumento del consumo de mariguana en los mismos.

Detrás de la popularización de las drogas vegetales dentro de los campus, se pueden ver por lo menos dos factores. Una sociedad infantilizada que no es capaz de asumir ante su circulo familiar sus adicciones sino hasta el punto del avance de las mismas a niveles de crisis, algo que impulsa al individuo a refugiarse en la permisividad de las escuelas para sus consumos clandestinos. Y la permanente desconexión cultural entre consumo y producción. No solo para los adictos, sino para cualquier consumidor, la moral del mercado es irrelevante ante el disfrute de un producto. Los pueblos sin futuro en Guerrero no son un tema de preocupación para quien fuma la droga que ahí se produce bajo regimenes de feudalismo narco. Del mismo modo que las condiciones de trabajo en las maquilas de ropa son irrelevantes para quien compra en almacenes de grandes grupos de capital.

La UNAM es a mi juicio, una representación a escala de nuestra sociedad con todos sus defectos. Y entre ellos esta la sobrevaloración de supuestas virtudes desde un chovinismo nacionalista. Tras la huelga de 1999-2000 el entonces rector De la Fuente pago una intensa campaña de promoción de la UNAM y de autopromoción de si mismo, bajo la premisa de construir una idea del universitario como individuo infalible, muy al estilo prefacista de Vasconcelos, encontró un modo de hacer que los universitarios se visualizaran a si mismos como los ejecutores de la realidad nacional. Esta idealización es muy similar a las tácticas previas del porrismo universitario para reclutar adeptos. Y en este caso sirvió para lograr que varias generaciones de universitarios apoyaran incondicionalmente a una autoridad emanada de un proceso de represión. Aun hoy hay miles de personas que creen que De la Fuente es un personaje valioso o capaz para cargos públicos.

Esta construcción propagandística tuvo un efecto colateral. Fomentar la negación de todo lo malo que sucede en la UNAM o la glorificación de eso mismo como algo deseable. Así mismo el ultraprotagonismo que los universitarios han tratado de tener en episodios de crisis es prueba de que no han visualizado que sus credenciales académicas no los vuelven capaces o infalibles a todo.

Esta ruta de pensamiento se topa con las evidencias de la realidad. Las exitosas convocatorias a las "mega pedas" en las islas de CU tiran por tierra todo el discurso chovinista que enaltece la naturaleza de la juventud universitaria como un sector idílico e inteligente. La prevalencia del consumo de drogas agrícolas en los campus también. Lo cierto es que esas y esos jóvenes tienen las mismas carencias que el resto, solo que suponen lo contrario. Por lo menos una parte ha estado sosteniendo un exitoso mercado de drogas ilegales dentro de la UNAM y las consecuencias de ello pueden costar mas vidas proximanente.