La actual policía federal es un cuerpo heredero de las peores corporaciones fallidas de seguridad publica, eso es un hecho. También es el resultado de ese aprendizaje, hoy tiene en general los mejores controles de confianza de los cuerpos de seguridad. Siguen existiendo practicas absurdas como el uso del polígrafo (una herencia de los tiempos de Garcia Luna, el mismo de los detectores GT200, un fraude pseudocientifico que llevo gente a la cárcel), pero a un costo de mas de 1000 muertos, ha resultado ser la policía mas capaz para los temas de seguridad publica en el país, también es la única corporación cuyo diseño institucional permite seguir avanzando en una profesionalización creíble de una policía civil.
A esto hay que poner en contraste la idea de la Guardia Nacional, una entidad militar centralizada sin controles civiles y que básicamente es un ejercito y superpolicía a la orden del presidente. Una entidad centralista y no federalista, pero sobretodo, una entidad aun sin pies ni cabeza, como la PFP en 1999 se formo poniéndole otro uniforme a los militares y no formando nuevos cuadros en escuelas de reclutas civiles, la Policía Federal actual si se formo en este proceso.
La fantasía presidencial esta en desechar todo lo existente para imponer un estado militarista bajo su mando único, eso pasa por destruir la PF, algo que pueden agradecerle los grupos criminales que ya han demostrado que a su nueva policía ni le temen ni les estorba.
A esto hay que añadir otras fantasías, las de la izquierda que cree que se puede simplemente eliminar la seguridad publica, o que esta se puede sustituir por paramilitares como los pagados por el narco y dirigidos por Mireles o los que se financian con el secuestro y hoy tienen una senadora (secuestradora impune) en la persona de Nestora Salgado. El hecho es que estos paramilitares y "autodefensas" adolecen de ser bandas sin control, sin normas y sin castigos. Sus delitos en su mayoría permanecen impunes y las rutas de financiamiento ilegal, trafico de armas y protección al crimen organizado que les dan origen, siguen en la opacidad.
De estas fantasías surgidas del autoritarismo y la ingenuidad, surge una propuesta aun peor, la militarización absoluta de las tareas de seguridad publica. A esto cabe preguntarse ¿bajo que roca se metió la izquierda (si algo queda de izquierda) cuando se impulso desde la campaña la construcción de una superpolicía militar al mando del presidente?.
Desde ayer los policías federales mantienen protestas por la imposición de ser absorbidos por el ejercito en condiciones laboralmente inaceptables. Esta crisis es un reflejo de las que existen en todo el aparato de gobierno por los despidos injustificados y las condiciones criticas para laborar sin recursos. Es el choque de dos trenes, el militarismo y la precarización laboral. Como los hospitales, la SHCP, el IMER, el CONACYT, el INM o todo el presupuesto a cultura y deporte, la policía esta pasando por un recorte absurdo de recursos y una reestructuración que implica su desaparición. Todo el presupuesto expoliado al funcionamiento institucional tiene un destino claro, el uso faccioso y discrecional desde el ejecutivo, así quedo plasmado en el articulo 61 de la Ley de Austeridad Republicana: "Por cuanto hace al Poder Ejecutivo Federal, dichos ahorros se destinarán a los programas previstos en el Plan Nacional de Desarrollo o al destino que por decreto determine el Titular".
Con esta nueva partida secreta el ejecutivo puede ejercer un poder imperial desde la comodidad de tener recursos no auditables para ejercer. Y para defender ese ejercicio no democrático del poder, contara con su propia guardia pretoriana, la Guardia Nacional bajo su mando directo. Ante este escenario, la necesidad de una policía civil, capaz, acreditable, auditable y con un marco legal y profesional serio, es mas que nunca una urgencia para el país.
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