domingo, 5 de julio de 2020

Cuentos pandemicos.



En ceremonia multitudinaria, se alinearon por orden de jerarquía para pasar a lamerle las patas, o lo que se dejara, al inquilino de palacio. Las pancartas de la ocasión eran claras: "muera la inteligencia", "viva la muerte", "chapó, hermano, nosotros te damos la mano". Sorprendieron aún así, las consignas desde el estrado de los altos mandos del partido-secta que al borde del éxtasis afirmaban su completa sumisión al líder.

En una retransmisión que verían semanas después en Irán, los ayatolas decidieron mandar una misión de espionaje a México para identificar cuál era el secreto de esa lambisconeria exacerbada. El gobierno ruso, anticipándose a lo inevitable, envío cartas a Ebrard recomendando a sus mejores especialistas en preservación de momias. Señalaban su superioridad respecto a las copias chinas del proceso y ponían como ejemplo una foto de un turista que mostraba una polilla en la momia de Mao.

Lo único que seguía afeando la fiesta, eran esos médicos de derecha nazis, fascistas, cientificistas, que se negaban a salir de las calles en exigencia del material de curación mínimo para atender a los numerosos casos de influenza atípica. Se rumoraba que se enviaría a la guardia Nacional a golpearlos, pero desde que las juventudes obradoristas habían recibido uniformes, eran cada vez más frecuentes los ataques a personas con bata blanca. Incluso un carnicero que se dirigía a su trabajo había sido golpeado en la calle.

Era cuestión de tiempo para alcanzar el sueño de poder, la sumisión total de un pueblo bobalicón e inerme, de los que quedaban vivos claro. ¿Que podría detener ahora la veloz saga de ese humilde tabasqueño idiota?

30 de marzo de 2020

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