lunes, 23 de abril de 2018

El regreso del patriarca, la moral de amlo en el debate


Seguramente aún queda quien tenía dudas, ayer, de lo poco que aclaró el inevitable candidato puntero: La amnistía a criminales es una propuesta en firme, para ello va a buscar el apoyo del clero.

Esa desde siempre una propuesta impresentable y espinosa, pero la fe de su grey no está a debate, Los creyentes de su discurso caótico y lleno de alusiones moralistas que identifica el origen del mal con la pobreza. No está a debate, y no lo está justo porque es una fe, no una construcción racional de propuestas.

 La propuesta suicida de la amnistía regresa al dilema moral calderonista de ubicar el tema de la violencia y la inseguridad con la lucha religiosa del bien contra el mal. La locura de los nuevos oscurantistas que definen el comportamiento humano desde visiones religiosas. Para Calderón la urgencia de enfrentar militarmente al narco tenía una base en su creencia religiosa milenarista de la lucha entre el bien y el mal. Para amlo la urgencia de la amnistía se fundamenta en la visión religiosa de combatir el mal con el bien. En ambos casos reducen la definición humana a sujetos binarios bueno-malo

Resalta también que de lo poco que dice fuera de repetir sus spots vacíos, es proponer un manejo de las políticas de seguridad desde fuera de las instituciones. Prefiere el circo mágico de llamar al clero y a un grupo misterioso de “expertos” para definir los términos de su proceso de dialogo con los criminales.

También que ya tiene una declaración de amnistía de facto al definir a los criminales como víctimas de las circunstancias. Al culpar a la pobreza del aumento de la violencia ignora dos hechos.


1.- La pobreza es por mucho previa a la violencia y no tiene per se un componente moral asociado. Definir moralmente a los pobres es una fantasía.


Y 2.-La violencia no es exclusiva de ningún sector económico. La violencia es una condición universal del individuo.


 Sus peligrosos simplismos son de hecho cercanos a las demenciales declaraciones del otro conservador recalcitrante, Rodríguez Calderón. Quien acusa a los jóvenes desocupados y a los pobres que reciben recursos públicos de ser el origen de los problemas sociales.

Aun así, mantiene la otra cara de la moneda, la del estado totalitario construido alrededor de si mismo. La fantasía de ser un ejemplo moral que ahora fundamenta esa imagen en la propaganda de su propia familia. Las muestras de propaganda de su campaña son piezas intimistas de su familia como ejemplo de bondad. Como los discursos fundacionales del cine mexicano, es una suerte de Sara García en masculino que se ofrece como patriarca moral de la comunidad. Y al mismo tiempo es el centro de su mano represiva.



La otra propuesta en firme de su demencial agenda de seguridad es la superpolicia militar única bajo su mando directo. Una idea inoperante por su dimensión, que rechaza la construcción institucional existente y que tiene como único eje de operatividad, no un mecanismo institucional de control, sino su paternalismo directo mediante las reuniones matutinas para recibir el parte de sus mariscales. Algo que recuerda sin duda las fantasías de tiranos y tecnócratas de la segunda guerra y la guerra fría.



Pero esa construcción del bien y el mal, ese paternalismo pobrista y antipobrista; y ese coqueteo a los criminales, son un retroceso en un estado funcional, son una fantasía religiosa y una falsificación del ser humano como una entidad hueca que carece de albedrío y puede ser conducida desde el ejemplo de un padre moralmente superior. Por eso, incluso en esa demagogia se refugia en llamar al líder máximo del clero católico. Para reforzar el paternalismo desde su imagen más primitiva.  Y no es un camino inútil. La sociedad mexicana es mayoritariamente conservadora, religiosa. Vinculada a mitos y credos profundos que no son fáciles de superar desde una política racionalista que reconozca abiertamente la complejidad del sujeto.

Con este escenario y el hecho de que una parte de la izquierda abdicó y se unió a esa opción política, otra desapareció y otra fue sustituida generacionalmente por una masa arrogante y desinformada. Esta opción de derecha es, de entre las otras opciones de derecha. La más probable para acceder al poder político.

Como en todo hay que decirlo claro, nosotros, la izquierda, fracasamos. Perdimos mas de una década de la historia sin alternativas y sobreviviendo en espacios cada vez mas reducidos. Cuando el próximo gobierno inicie, seguiremos en los resquicios de la historia, pero bajo el peso de un estado formado por algunos de los peores conservadores. Atacados por la nueva policía del pensamiento que ya cocina la intolerancia mas absoluta cuando defiende a su líder y acusa a sus críticos apoyar a las opciones de oposición partidista. 
   

No hay comentarios.:

Publicar un comentario